El autónomo profesional realiza directamente el trabajo y no cuenta con una estructura empresarial, mientras que el autónomo empresario constituye una sociedad y tiene empleados a su cargo
Al iniciar una actividad por cuenta propia lo primero que hay que hacer es darse de alta en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), que se cumplimenta enHacienda marcando los epígrafes correspondientes. De esta forma, se comunica a la Administración la actividad o actividades que se van a desempeñar.
Según publica en su portal la asesoría JRA Economistas, se considera una actividad económica la que se ejerce con carácter empresarial, profesional o artístico, siempre que suponga la gestión por cuenta propia de medios de producción y de recursos humanos o, al menos, uno de ellos, con el objetivo de intervenir en la fabricación o distribución de bienes o servicios.
Concretamente, se consideran actividades empresariales las ganaderas, mineras, industriales, comerciales y de servicios y están identificadas en la Sección Primera del IAE. Por el contrario, las actividades profesionales están clasificadas en la Sección Segunda y deben ser ejercidas por personas físicas. Por último, las actividades artísticas están contempladas en la Sección Tercera, con independencia de si las llevan a cabo personas físicas o jurídicas.
Por tanto, las sociedades mercantiles y las entidades, como las comunidades de bienes, sociedades civiles o herencias yacentes tendrán que optar necesariamente por el epígrafe empresarial, marcando la casilla de la Sección Primera que defina el contenido de la actividad que se va a desarrollar.
En los casos en los que no se vaya a constituir una sociedad y sea una persona física la que ejerce la actividad, hay que tener en cuenta que se considera profesional a quien desarrolla personalmente una actividad por cuenta propia, es decir, desempeña su trabajo contando con sus propios medios y sus conocimientos, sin necesidad de disponer del respaldo de una estructura empresarial.
El empresario es aquél que ejerce una actividad a través de una organización empresarial desvinculada formalmente de la personalidad intrínseca del profesional. En definitiva, el autónomo que no tiene trabajadores y realiza personalmente el trabajo es un profesional, mientras que si existe una estructura de negocio y se cuenta con una plantilla de trabajadores es un empresario.